viernes, 15 de junio de 2012

Demetrio



 
Nadie asegura la vida ni el descanso eterno, pero yo, Pandora, aseguro en base a mis propias experiencias que la felicidad es intermitente.
Tal vez citar en el principio a la vida y al descanso eterno fue completamente colgado de mi parte, pero necesitaba aferrarme a un pie.
Es común en mi estar aferrada a determinadas cosas. Si yo no tuviera algo de la cordura que aún me queda tendría adicciones graves, o talvez las tenga, pero las disimulo bastante bien, parece hacerme efecto el tallercito de teatro que comencé. 

***
ENERO

 
Mientras unas cuantas veraneaban en la costa, las del otro bando no vimos otra alternativa que agarrar la carpa,el mate y la mochila y rajar a los cerros tucumanos, gasoleras pero chochas de la vida.
Entre las 3 hicimos fondo común y, si mal no recuerdo, llegábamos apenas a los $350, y teníamos el tupé de proyectar quedarnos una semana, algo que no ocurrió porque al tercer día tuvimos que volver a casa por falta de todo.
-         Boluda! Mira el mensaje que me mandó Leo! “Hola hermosa estas en Tafí? Yo estoy acá con unos amigos, si te prendes podes venir ahora con tus amigas a comer un asado con nosotros. Besos” Vamos?!-
Y nosotras en coro respondimos:
      - Vamos boluda!-
Llegué y me encontré con 3 viejos chotos, barrigones, tomando vino ¾, escuchando folclore y hablando de política… o sea, Y LOS CHICOS?!
Acaso éstos eran los “chicos” de los cuales hablaba Andy?
Saludo a uno por uno, tratando no ser tan evidente con mi cara de culo. Me ofrecen algo para tomar, acepto.
Quiero encender un pucho para canalizar mi desilusión y me doy cuenta que no tenía mas, y tampoco tenía plata para comprar y sin querer puteo en voz alta.
-         Pasa algo?- Me pregunta muy cordial Demetrio, el más viejo y canoso de todos, el que disfrutaba chocho de sus 2 hijos.
-         -Eh…no, bueno si (sonrío) me quedé sin puchos-
-         Santi andá y comprale cigarrillos a la señorita y comprate algo para vos y para Agustina, tomá- Y le dio un billete.
Minutos después me encontré fumando y charlando con Agus, de 11 años:
-         A que cole vas?
-         Al Pablo Apóstol.
-         Y te gusta ir al colegio?
-         No.
-         Y que querés ser cuando seas grande?
-         Nose todavía, capaz que maestra.
-         Ah! Mira vos!
-         Vos que sos?
-         Yo estudio para ser periodista
Ah! Con razón hacés tantas preguntas. Me voy a andar en cuatriciclo.
 
Y Agustina se fue y quedé sorprendida por su reacción, Demetrio me miró y riéndose me dijo:
      - Es tremenda!
      - Ya veo!- Le dije yo también sonriente, haciéndome la que está todo bien porque la mocosa me dejó hablando sola, digamos.
Entonces se acercó a charlar conmigo. Me contó que tiene 3 hijos: Lucas, Santiago y Agustina, y que la última es la luz de sus ojos, su razón para vivir, su todo.
También me contó que era divorciado y se dedica a hacer política en un pueblo del interior de la provincia. Y aunque Demetrio era el más viejo de todos (40 pirulos), el más canoso y el más arrugado, también era el más caballero, de esos que te ceden la silla y te sirven la bebida.
Minutos antes de despedirme me pidió mi número de celular, sorprendida y con voz de superada le pregunté:
-         Y para qué lo querés? –
-         Porque me gusta hacer amigos-
Me dijo y opté por hacerme la boluda solamente sonreír, mientras revolvía mi cartera buscando nada, simplemente para evitar mirarlo.
En aquella época yo solía hacer obras de caridad con los niños, me llenaba el alma ir al hospital o a un hogar y repartirles caramelos y globos disfrazada de Winnie Pooh. Entonces, cuando Demetrio volvió a insistir “y no me vas a pasar tu número?” pensé que me convenía tenerlo como amigo, ya que era político y seguramente iba a poder ayudarme con el tema de los niños. Le dí mi número pura y exclusivamente por ello.

***

 
Las semanas pasaron y mi vida estaba monótona y normal. Bastante aburrida pero relajada. Lo único que hacía era comer, dormir, cagar, chatear, ver tele y escuchar música.
Hasta que llegó un día de miércoles en el que me sonó el celular con un SMS:
“Hola señorita, cómo le va? Que es de su vida?”. Era mi amigo Demetrio.
Me sorprendió si mensaje porque ya habían pasado varios días y verdaderamente no esperaba noticias suyas.
No sabía si responder o no, él no llamaba mi atención como hombre pero me interesaba mantener ese contacto. Minutos más tarde se concretó una charla del tipo:
Todo bien, aburrida. Vos todo en orden?
Si, esperando poder volver a verte.
Jaja conseguí una foto mía, creo que de esa forma me vas a ver más seguido! Jajaja
Que graciosa! Pero también podemos ir a tomar algo no?
Si, seguro que nos volvemos a cruzar alguna vez, eso pasa cuando uno tiene amigos en común jaja.
Te encanta hacerte la pícara no? Jaja
Después de ese intercambio de SMS, comencé a tener noticias de Demetrio con mayor frecuencia. Me invitó a salir y rechacé su invitación porque lo primero que se me cruzó por la cabeza es pensar que este tipo estaba loco si se imaginó que YO iba a salir a tomar algo con él.
Los mensajes continuaron y me estaba mal acostumbrando a eso, y cuando se me terminaba el crédito mi buen amigo Demetrio me lo recargaba. 
 
A pesar de su edad sentía que nos complementábamos de una forma muy copada.
Después de varios fracasos o mejor dicho rechazos, finalmente terminé aceptando ir a tomar una coca con él. En el mismo instante en el que acepté le dejé muy en claro que solamente se iba a tratar de amistad y solamente amistad. Porque en algún lugar dentro de mi ser habitaban mis ganas de ser su amiga, o mejor dicho: él amigo mío. Sin embargo, algo me decía que estaba jugando con fuego, sabía que no era común tener un amigo con forma de padre.
Me ofreció elegir día, horario y lugar  del encuentro. Me pareció adecuado ir a una cafetería dentro de un shopping, un lunes a las 6 de la tarde. Y así comenzó.

1 comentario:

  1. Amé esto.....ya se de que se trata
    Tu amiga que sí te lee

    Pat

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